Lo primero que se percibe al entrar en las instalaciones de Juema es un fuerte olor a vainilla. Es tan agradable como necesario. Si no fuera por él lo que se notaría sería un fuerte olor a vinil, la goma que utilizan para la fabricación de las muñecas, que si no fuera por este perfume tendría un olor desagradable. Utilizan este aroma porque, según su gerente, Emilio Rico, evoca a la infancia.
Juema, compuesta por Industria Auxiliar Juema, Hornos Perea y Paola Reina es de las pocas fábricas Onil en que se realiza completo todo el proceso de fabricación de sus muñecos y la única que no ha llevado a ningún otro país parte de su producción. Tanto Famosa como Falca poseen hornos en los que elaboran menos del diez por ciento de su producción. El resto lo hacen en China.
Reconforta pensar que siguen sobreviviendo empresas que se resisten a la deslocalización y que además son rentables. La innovación como herramienta competitiva es muy importante en Juema, pero no porque incluyan tecnología en sus productos, sino porque cada año realizan nuevos diseños y crean nuevos tipos de muñecas, lo que Emilio Rico llama “familias”. Únicamente a petición de clientes producen una muñeca que llora y otra que ríe. La filosofía de la empresa es crear muñecas para que los niños, simplemente, jueguen.
En el alud de muñecas que era la sala de visitas no sabíamos dónde poner los ojos. Al final pusimos no sólo los ojos sino también las manos en las muñecas que decoraban el árbol de la empresa gracias a la generosidad de Emilio Rico. Gracias por las muñecas y gracias por sobrevivir.